domingo, 17 de julio de 2016

Me salen las rimas




Porque quererte iba a ser uno de mis objetivos, pero ahora que callas tanto… ya no sé si otorgas; ya no sé si merece la pena querer quererte o simplemente querer estar contigo. Las fuerzas se agotan y me siento ridícula.


¿Por qué tuviste que venir con tus lindos ojos y tu amplia sonrisa? ¿Por qué tuviste que venir con tu amable conversación y tus elogios de “a ratos”? (esos que ahora no tengo y tanto echo de menos).


Ha sido muy poco tiempo, lo sé, casi ni me había dado cuenta de lo que me importas, y puede que por eso tampoco te hayas dado cuenta tú.


No te conocía y es cierto que no lo había notado… pero también lo es el hecho de que ya sin ti, sin tus charlas, no es lo mismo. Porque cada vez que me saludas se me pone una sonrisa en la cara y me late deprisa el corazón. Porque cada vez que estás cerca no puedo pensar con claridad… porque… no sé por qué.


Aunque no sea recíproco no me enfadaré… Puede que llore, salte o me maldiga. Odiaré tu sonrisa, tus ojos y tu forma de mirarme. Odiaré cómo se moverá tu boca, cómo me sentiré si me rozas y lo que me dirás al hablar. Odiaré que me gustes y que ya no pueda más.


Sin embargo, como dicen unas rimas que no son mías pero que bien podrían serlo:



“Odio cómo me hablas y también tu aspecto. No soporto que me mires así. Aborrezco que leas mi pensamiento. Me repugna tanto lo que siento que hasta me salen las rimas. Odio que me mientas y que tengas razón. Odio que alegres mi corazón, pero aún más que me hagas llorar. Odio no tenerte cerca y que no me hayas llamado. Pero sobre todo odio no poder odiarte, porque no te odio, ni siquiera un poco… nada en absoluto”.




*La cita entre comillas forma parte de la película americana Diez razones para odiarte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario