Y… cuántas veces he pensado en nuestro encuentro imaginario. La verdad es que lo que siento no se puede expresar con palabras. Es algo que me aplasta el pecho; me sofoca el alma. Algo que hace que me imple; que llore y que ría por no llorar. Las películas me han enseñado un prototipo de amor. Un amor que a veces duele pero que luego, gracias a una especie de estrella, acaba por hacerte feliz.
Ese tipo de cosas son las que hacen
que desde pequeña haya estado preparada para un amor idílico que en muy pocas
ocasiones, por no decir ninguna, se cumple. Me han enseñado que con una mirada
y una sonrisa una persona se puede enamorar, pero la realidad me ha entregado
una pantalla para no poder disfrutar de ello.
¿Por qué el ser humano se empeña en
no mirar, sentir, sonreír, saltar, cantar, bailar? En estos momentos, en los que
los problemas ya no son tan de niña, sino que son más de adulta, necesitaría
esa estrella.
Ahora es más fácil escribir que decir mirando a los ojos. Y ¿si me obligara a expresar lo que
siento de otra manera? Y ¿si me despertara y saliese de esa pantalla que me han
impuesto? De esta manera, solo puedo recomendarte que ames a quienes te amen y
a quienes de verdad merezcan la pena. Ama a tus padres: han dado la vida por
ti. Ama a tus hermanos: serán lo mejor que tengas en la vida. Ama a tus amigos:
estarán cuando los necesites (asegúrate que de verdad lo son).
No conviertas tu vida en una utopía que
para eso ya tenemos las películas...